Y Dios dijo, hágase la luz. Y el Diablo esperó. Dios creó a los humanos, guepardos, cebras y demás zarandajas. Y el Diablo esperó. Un día vio su oportunidad, y consiguió expulsar a los humanos del Paraíso. Los humanos no eran muy listos.
Así que el Diablo siguió esperando, esperando… y pasaron los años. Había ya cientos de humanos, pero el Diablo se fijó en uno: Rajnú.
Rajnú podía saltar más alto, correr más lejos y cazar mejor que cualquier otro humano. Era el más listo y era el mejor. Sin embargo Rajnú no era el líder ni tenía intención de serlo: odiaba la estupidez en todas sus formas y no le gustaba ser constructivo.
Un día el Diablo se acercó a Rajnú, que descansaba bajo un árbol, adoptando la forma de un viejo chamán.
- ¿Qué te atormenta? Eres joven y valeroso, y el mejor cazador de la tribu. Y no eres feliz.
- No puedo ser feliz, viejo. Estoy rodeado de idiotas.
- Vaya, ¿no has pensado en hacer algo al respecto?
- Podría matarlos, viejo. Pero son muchos más y podrían conmigo. A veces, empujo a algunos hermanos por el acantilado. A veces les pongo la zancadilla cuando nos persiguen los depredadores… pero es lento, y terminarán por darse cuenta.
Entonces el diablo meditó unos segundos, y mostrando su sonrisa desdentada le dijo:
- Voy a hacerte un regalo, Rajnú. Sé que lo usarás bien.
Rajnú le miró con desinterés, y el viejo se echó a reír.
- Se llama “ironía”. Te ayudará a distinguir a la gente estúpida y a usar su propia estupidez contra ella. Estoy seguro de que harás buen uso de mi regalo.
Rajnú fue feliz a partir de entonces, disfrutando de un placer al alcance de muy pocos. Rajnú tuvo 30 hijos, y se dice que algunos afortunados aún podemos disfrutar de ese regalo. El diablo había hecho algo bueno.
Así que el Diablo siguió esperando, esperando… y pasaron los años. Había ya cientos de humanos, pero el Diablo se fijó en uno: Rajnú.
Rajnú podía saltar más alto, correr más lejos y cazar mejor que cualquier otro humano. Era el más listo y era el mejor. Sin embargo Rajnú no era el líder ni tenía intención de serlo: odiaba la estupidez en todas sus formas y no le gustaba ser constructivo.
Un día el Diablo se acercó a Rajnú, que descansaba bajo un árbol, adoptando la forma de un viejo chamán.
- ¿Qué te atormenta? Eres joven y valeroso, y el mejor cazador de la tribu. Y no eres feliz.
- No puedo ser feliz, viejo. Estoy rodeado de idiotas.
- Vaya, ¿no has pensado en hacer algo al respecto?
- Podría matarlos, viejo. Pero son muchos más y podrían conmigo. A veces, empujo a algunos hermanos por el acantilado. A veces les pongo la zancadilla cuando nos persiguen los depredadores… pero es lento, y terminarán por darse cuenta.
Entonces el diablo meditó unos segundos, y mostrando su sonrisa desdentada le dijo:
- Voy a hacerte un regalo, Rajnú. Sé que lo usarás bien.
Rajnú le miró con desinterés, y el viejo se echó a reír.
- Se llama “ironía”. Te ayudará a distinguir a la gente estúpida y a usar su propia estupidez contra ella. Estoy seguro de que harás buen uso de mi regalo.
Rajnú fue feliz a partir de entonces, disfrutando de un placer al alcance de muy pocos. Rajnú tuvo 30 hijos, y se dice que algunos afortunados aún podemos disfrutar de ese regalo. El diablo había hecho algo bueno.